martes, 2 de marzo de 2010

DECLARACIÓN DEL PCA SOBRE LA CAMPAÑA MEDIÁTICA ORQUESTADA CONTRA CUBA

El Partido Comunista de Asturias expresa su más enérgica repulsa y su condena más firme ante la desmedida campaña contra Cuba desatada por la generalidad de los medios de comunicación españoles, instrumentalizando sin escrúpulos el fallecimiento de un preso cubano, para culminar la prefabricación de un “mártir”, confundir y conmover a la opinión pública con la opinión publicada y presionar al Gobierno ZP para que varíe su política de buenas relaciones con la Isla, arrastrando con ello a la Unión Europea.
En efecto, más allá del sentimiento que puede originar la muerte de cualquier ser humano, muerte que el PCA también lamenta, llama la atención la hipocresía, el cinismo y la doble moral de unos medios que ven en el fallecimiento del preso cubano la ocasión de oro para reavivar el viejo y adormecido argumentario contra el modelo socialista cubano que lleva más de medio siglo resistiendo en las propias narices del imperialismo norteamericano. Los medios, los tertulianos y los comentaristas que hoy se rasgan las vestiduras por este suceso, han silenciado o relegado a un rincón los recientes asesinatos de militantes del Frente Nacional de Resistencia Popular de Honduras a manos de los golpistas, en las personas de Vanessa Zepeda, Julio Fúnez y Claudia Brizuela, hija del histórico comunista Pedro Brizuela, cosida a balazos en su casa de San Pedro Sula y que deja dos huérfanos de ocho y de dos años.

Son los mismos que callan ante el descubrimiento en Colombia de la inmensa fosa común de La Macarena, donde el ejército del demócrata-parlamentario Uribe lleva sepultadas más de 2000 de sus víctimas civiles. Los mismos que relativizan la importancia de los vuelos de la CIA sobre el cielo español llevando y trayendo presos a cárceles secretas. Los mismos que transigen con las masacres de cientos de civiles en Afganistán por parte de unas tropas de ocupación para apuntalar a un presidente títere en contra de su pueblo. Los mismos que miran hacia otro lado cuando se trata de los siniestros Centros de Internamiento de Inmigrantes en nuestro propio país.
¿Cómo es posible? Está bien claro. Hay muertos necesarios para mantener el régimen de explotación capitalista, los costes de la crisis en las espaldas de los trabajadores, los intereses del imperio, la riqueza de los ricos, la opresión de los países dependientes, o sea “la civilización occidental”. Esos están bien muertos; como mucho son “daños colaterales”. Pero hay otros muertos, aunque sean esporádicos y accidentales, que sirven de trofeo, muertos a los que se espera como argumentos para urdir, con una satisfacción velada y macabra, campañas, como

sea, con los inventos y mentiras que sean necesarios, para hundir y arrasar los polos vivos de la resistencia contra el negocio de los poderosos.
Los medios de comunicación son en realidad empresas de comunicación y, como tales, comparten el interés empresarial por el negocio, por el modo de producción capitalista que lo hace posible y por los regímenes políticos que encarnan ese interés de clase.
Pues bien, la Cuba socialista, su pueblo y su revolución, que se mantiene con dignidad y con coherencia desde hace medio siglo, encarnan justamente el interés opuesto. Una Cuba donde, bien al contrario que en no pocos países de su hemisferio (y del nuestro), no está documentada la tortura porque no existe, no hay ejecuciones extrajudiciales y no se registra un solo caso de esa horrenda figura del “desaparecido”. Una Cuba, donde el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU o la Cruz Roja tiene acceso a todos los establecimientos penitenciarios, salvo al trágico Campo de Concentración de Guantánamo que ilegalmente ocupan los yanquis en territorio cubano. Una Cuba donde los presos nunca amanecen colgados como los activistas de la Fracción del Ejército Rojo en las prisiones de la muy democrática República Federal de Alemania.
Pero todo eso a las empresas mediáticas del sistema les da igual. Lo importante es combatir lo que Cuba representa en esa América Latina que despierta con más revoluciones, como en Venezuela, Bolivia, Nicaragua o Ecuador; lo que Cuba representa en un mundo que solidariamente ayuda a transformar, enviando a sus médicos o a sus maestros a los países más pobres a luchar contra la enfermedad y el analfabetismo y, cuando hizo falta, a sus combatientes internacionalistas, sin los cuales hoy en Suráfrica persistiría el Apartheid.
Esas son las razones, y hay que explicarlas, por las que las empresas de comunicación, los partidos políticamente correctos y los mandatarios de los regímenes capitalistas como es el Reino de España han encontrado una excelente oportunidad con la muerte de un preso para desencadenar una campaña brutal, o dejarse arrastrar por ella, contra algo que lleva cinco decenios plantándoles cara. Por ello, sus lágrimas son las del cocodrilo y su duelo un disfraz de la alegría que les embarga al haber encontrado un pretexto para atacar a Cuba y, de paso, al comunismo.
Según fuentes solventes, consultadas por el PCA, es mentira que el preso muerto en La Habana fuera un esforzado y pacífico partidario de los Derechos Humanos represaliado por mor de sus ideas. El fallecido, por el contrario, tenía un largo historial de delitos comunes y ya en 1990 fue condenado a pena de prisión, como en cualquier otro país, por delitos de estafa, daños y lesiones, tenencia de armas blancas no autorizadas, alteración del orden público y resistencia. Durante el cumplimiento de su condena resultó sancionado repetidas veces por su mala conducta. Más allá de su supuesto oficio del albañil y de su condición racial, en los que la prensa insiste demagógicamente para deslizar de modo subliminal algo así como que en Cuba se persigue a los obreros y a los negros, lo cierto es que, una vez salido de prisión y reintegrado a su medio originario, bastante residual y conflictivo, habría sido reclutado allí, al igual que otras personas de similar catadura, por conocidos conspiradores de la exigua contrarrevolución interna, vinculados a la Sección de Intereses Norteamericanos en Cuba y generosamente financiados por ella, tales como Oswaldo Payá y Martha Beatriz Roque, ambos convertidos en “personajes” por los medios de comunicación occidentales.

Según las mismas fuentes, las actividades contrarrevolucionarias llevadas a cabo por ese grupo, en colusión con una potencia extranjera, varias de ellas previstas y penadas por la legislación penal de la Isla, determinan su enjuiciamiento y nuevo ingreso en prisión, dentro de la cual reiteró sus actitudes violentas que le llevaron a agredir a trabajadores penitenciarios.
En conjunto con algunos otros internos, realizó huelgas de hambre, que tenían entre otros objetivos, cuestiones relativas a la indumentaria o a la exigencia de disponer de un teléfono celular privado. Al no ceder las autoridades penitenciarias al chantaje, mientras los demás compinches ponían fin a las huelgas de hambre, habiendo hecho un cálculo prudencial de su posible duración, el ahora fallecido fue embaucado, en esta última ocasión, para dilatar más en el tiempo sus presiones.
Las autoridades penitenciarias, de acuerdo con el personal médico de la prisión y dentro de las leyes cubanas, procedieron, llegado el momento, a instaurar terapias de alimentación artificial tanto enteral como parenteral, siendo trasladado de acuerdo con su estado clínico al puesto médico de la prisión, al Hospital provincial de Camaguey y al gran Hospital “Hermanos Ameijeira” de La Habana, donde tras haber contraído una neumonía que requirió tratamiento antibiótico de choque y oxigenoterapia, aquélla se complicó y extendió, haciéndose bilateral, lo que obligó a instaurar un sistema de respiración asistida. Desgraciadamente, pese a todos los cuidados médicos que se le prodigaron, incluso en uno de los hospitales más conocidos de Cuba, tal como su propia madre reconoció, el enfermo terminó falleciendo como consecuencia de la afección neumónica contraída.
Por otra parte, sorprende la falta de rigor con que la mayoría de los medios de comunicación se hace eco, sin el menor contraste informativo y fuera de toda deontología profesional, de afirmaciones como que el fallecido hubiese sido objeto de palizas en prisión, que su fallecimiento hubiese dado lugar a la detención de varias decenas de “disidentes”, que las autoridades cubanas hubiesen impedido los desplazamientos a Banes, la ciudad donde habría de producirse el sepelio, o que ésta estuviese en “estado de sitio”. Todo ello carente de pruebas y trufado de contradicciones.
¿Dónde están las imágenes o los testimonios concretos, atribuibles a personas imparciales que los sostengan, de los “golpes” atribuidos? ¿Qué nombres y apellidos concretos tienen esas decenas de supuestos detenidos? ¿Y si fueron detenidos algunos, por qué motivo? ¿Cómo compaginar la supuesta prohibición de acercarse a Banes con la noticia de que alrededor de cien “disidentes” acudieron al entierro? ¿Cómo, si había prohibición, “estado de sitio” en Banes y una oleada de detenciones, no se detuvo precisamente a ese centenar de contrarrevolucionarios que fueron al entierro, entre ellos, Martha Roque, Vladimiro Roca o las flamantes “Damas de Blanco”? ¿Cómo es que no se detiene siquiera ni a esos fantasmagóricos personajes de notoriedad creada mediáticamente y sufragados con fondos de la CIA, tales como Elizardo Sánchez, que “dirige” una Comisión de Derechos Humanos que no reconoce ningún organismo internacional o la “bloguera” Yoani, a quien se le sigue tolerando contar toda clase de embustes en la red?
Decía Goebbels que a fuerza de repetir mentiras se termina construyendo una verdad. A ese menester parecen entregadas unas empresas de comunicación que, de seguir así, van a terminar encarnando el nuevo fascismo del siglo XXI.

Cumplen bien el papel que el Capital les asigna para garantizar su propia hegemonía ideológica. No solamente se aplican a construir sobre mentiras un mártir para una contrarrevolución tan desprestigiada y carente de apoyos internos como la cubana, convirtiendo en “héroe” a un infeliz marginal inducido, por los que sí comían, a calcular mal los tiempos de la huelga de hambre y que tuvo el infortunio de contraer una neumonía doble, sino que con el descomunal montaje mediático (por ejemplo: primera página y cuatro más en EL MUNDO del día 26-F, como si se tratara de un acontecimiento mundial de máxima relevancia) tratan de desviar la atención sobre la crisis económica, el paro que se incrementa, la edad de jubilación, el ataque a las pensiones, la corrupción rampante, la mortífera y despiadada actuación de los intervencionistas en Afganistán, etc., etc.
Ni la muerte por otros motivos más idealistas de Bobby Sands en tiempos del Thatcherismo desencadenó semejante tormenta ni los que ahora tanto se duelen decían lo mismo cuando la persona en peligro por su propia actuación reivindicativa era el etarra de Juana Chaos. La doble vara de medir es más que evidente y aunque es sabido el papel que el sistema asigna a los medios resulta obsceno y repugnante hasta la náusea ver con cuanto denuedo se afanan algunos en cumplir tan sucio cometido.
El Partido Comunista de Asturias llama a la ciudadanía asturiana, tras esta larga y necesaria explicación, a no dejarse llevar por una campaña que trata de explotar los nobles sentimientos humanitarios de la población para sembrar el odio irracional y desacreditar a la revolución cubana, para crear entre la gente un estado de opinión que favorezca a los que, sobre todo fuera de Cuba, quieren volver de la mano del imperialismo para retroceder cincuenta años y devolver a la Isla su triste condición de casino y prostíbulo en el patio trasero de los EE.UU, a los que quieren restaurar los privilegios de los terratenientes y los oligarcas no sólo en Cuba sino en toda la América Latina, abortando las conquistas sociales que tras siglos de esclavitud, de explotación y de oprobio comienzan a vislumbrar los pobres, los obreros y los campesinos, los indígenas de Venezuela, de Bolivia, de Ecuador, de Nicaragua, de toda esa gran humanidad que ha dicho ¡basta! y ha echado a andar.

Para que nadie pueda detener su paso de gigante, hoy más que nunca los hombres y mujeres de buena voluntad, los trabajadores y trabajadoras de Asturias, tierra de lucha y solidaridad, debemos esforzarnos en pensar con nuestra propia cabeza, ser críticos con la desinformación-basura que se nos suministra, desoír los cantos de sirena que quieren convertir en “pensamiento moderno” las más viejas mentiras y, una vez más, cerrar filas con el pueblo hermano de Cuba y con su Revolución socialista.

Oviedo, 26 de febrero de 2010

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